Hacíamos El Silbido , un programa de radio que buscaba ser el más agudo de nuestros lenguajes. Y cerrábamos las charlas preguntando qué sentían por el silbido. En una de esas Norita nos habló de trenes y de pájaros, de lo espiritual, de su madre y de todo aquello que no se puede: nunca aprendí a silbar, dijo, así que los felicito por el nombre. Así, con su respiración de luchas grandes y a la par de los que somos apenas soplos, es ahora, en el aire y en la historia, un silbido. De trenes, de pájaros, de Madres .